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ISSN 2805-8275 / VOL. 2  N°. 2 /AÑO 2022
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                                                     Editorial


            públicas. Al integrar el juicio de valor del sujeto infractor sobre su  carcelario, entonces no se tiene un problema jurídico penal sino un
            propia conducta y el juicio de valor que los demás tienen sobre  problema social o tal vez educativo.
            la conducta del mismo sujeto se puede afirmar que la conducta
            corrupta se encuentra inscrita en una red social en donde cada  En este segundo número de la Revista Control Visible queremos
            individuo es capaz de aprobar o rechazar la comisión de ciertos  proponer nuevas formas de acercarnos al problema de la corrupción
            delitos. En ese sentido, la valoración de la conducta corrupta se  en Colombia. Y para ello la selección de artículos, teorías y métodos
            encuentra circunscrita a una densa red de creencias y valoraciones  acuden a diversas disciplinas y a un amplio conjunto de datos.
            interdependientes. En aquellos casos en los que el sujeto infractor
            goza de la secreta admiración de los demás asociada a la comisión
            de los delitos contra la administración pública será muy difícil la
            disminución de los actos de corrupción. Por el contrario, cuando
            cada ciudadano considera que los demás no son infractores y
            que por el contrario son mucho menos corruptos que él mismo,
            entonces se crean condiciones favorables para una contención
            psicológica y social frente a la comisión de actos de corrupción. Este
            es un ejemplo acerca de cómo podemos construir borradores de
            teorías y nuevos datos que nos ayuden a ensayar otros caminos en
            la lucha contra la corrupción.


            Una consecuencia del ensayo teórico propuesto arriba es que nos
            invita a reconocer que la conducta y su valoración se encuentran
            enmarcadas en una compleja red de interdependencias en las
            que  aquello  que creemos acerca de  los  demás  es importante
            en el resultado social. En esta red de individuos y creencias las
            organizaciones del Estado juegan un papel clave porque sirven
            también como amplificadores de la conducta de los ciudadanos.
            Lo anterior implica una actualización de nuestros modelos sobre
            la acción humana. No se trata sólo de explicar el comportamiento
            de un individuo que maximiza sus ingresos, sino que también
            importan las creencias éticas que justifican las acciones y el grado
            de reproche social esperado, el cual depende también de aquello
            que hacen las entidades del Estado. En ese sentido, un cambio en
            las creencias también puede implicar un cambio en la conducta. Si
            soy capaz de creer – y para ello se necesitan datos – que la mayoría
            de los colombianos son menos propensos a la corrupción que yo, y
            que están dispuestos a rechazar moralmente la comisión de esos
            delitos, entonces será menos probable que yo participe en actos de
            corrupción. Por el contrario, si cada ciudadano tiene la firme creencia
            de que los demás son mucho más corruptos entonces se cuenta
            con un espacio de auto justificación para la conducta corrupta.
            Un cambio de enfoque en ese sentido nos permitiría justificar
            que la lucha contra la corrupción no depende principalmente
            de la capacidad del Estado para aplicar la ley por medio de la
            investigación criminal, la cual por lo demás es muy costosa. Cuando
            hay una conducta que se presenta de manera generalizada en la
            sociedad, y además dicho comportamiento supera cada año el cupo

                                                                                    Revista de la Auditoría General de la República
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